En ese
momento su mirada cambio, la mueca de su boca ya no era de alegría. Se sacó la
gorra y la puso junto al café. Me miro tembloroso
-Mirá…
Pero no dijo
nada, miró por la ventana… buscando fuerzas detrás del vidrio empapado por la
lluvia… se distrajo mirando el recorrido de una gota hasta que pareció
encontrar las palabras.
-A
un amigo le pasó algo…- calló otra vez pero ahora más animado. El viejo
cuento del
amigo empezaba otra vez. Tomé un sorbo de mi café y le propuse que continuara.
-No
se lo digas a nadie… (suplicó) menos a Lila, ella no puede saber lo que le ocurrió
-Lo
que le ocurrió a quién?- lo interrumpí pues no era la primera vez que
intentaba
utilizar esa estrategia para comunicarme algo que no le gustaba del todo.
-Bueno…
basta. Te voy a decir la verdad. No le ocurrió le nada nadie, a ningún amigo ni
nada por el estilo. Es conmigo el asunto. Pero…- hizo una pausa- no se lo digas
a Lila por favor.
-Ok,
ok no le voy a decir nada, pero ¡dale,
arranca de una vez
- Mirá el jueves más o menos a las 15:10 yo estaba…
- Mirá el jueves más o menos a las 15:10 yo estaba…
Hola, te paso por aquí la pagina de mí blog para que te pases.
ResponderEliminarSaludos
www.infiducia.wordpress.com
Gracias
Eliminar¡Ostras! Me dejaste en ascuas, aunque también has dado pistas para que el lector le dé contenido y elucubre sobre la confesión que va a seguir tras esos puntos suspensivos. Saludos!
ResponderEliminarEs exactamente la intención!
EliminarSaludos!