La Copa Rota



La hermosa copa se rompió. Quizás ese "se" está mal. Lo confirmo, no pudo haberse roto sola, por sí misma. Ese "se" está mal. De alguna forma la copa está rota, por acción de algo o alguien. Y muchas hipótesis podrían dar solución al problema del ¿por qué alguien rompería la copa? Desde explicaciones del tipo: "Fue el cáliz del santo grial, encontrado por una persona que no era digna de tal omnipotencia y eso causó la destrucción total del poder de la vida eterna, con ello la ruptura del cristal" o "se le cayó a un curda".

Como saben, mis amistades forman parte de todas mis creaciones. Y por supuesto, les pedí ayuda con este terrible acontecimiento.

Les mandé cartas a todas mis amistades al rededor del globo. Aterrorizados, la mayoría, me contestaron automáticamente diciendo que recurrirían a toda su biblioteca para reunir la información necesaria para tal cruzada. El único que me contestó, en  contra de la tendencia, fue el antropólogo Raúl, un brasilero que vive en Angola, en la carta había una sola letra repetida varias veces "kkkkkkkkkkk".

Cartas en varios idiomas recibí al cabo de la primera semana. Fue el venezolano Jacinto, el primero de varios, él me dijo que le escribió a un astrólogo haitiano que estaba de vacaciones en Noruega, Lokmil que escribía en francés aunque sabía 7 idiomas, entre ellos el español, cuestión que me rompió las sienes bastante porque tuve que traducir con un  diccionario francés-español y tardé varios días, 6 hojas escritas a puño y letra, 5 días me costó traducirla. Cuando la terminé se la envié a Lu, una marsellesa que estaba en Singapur, para que lo revise. Como siempre le envié algo de dinero, ya que siempre me cobraba los trabajos por más que sea una amiga de la infancia, 4 mil duros solo por esta vez.

Pasaron 3 días hasta que me contestó, solo en 2 hojas. En la primera, saludaba y agradecía que me haya acordado de ella para mis andanzas, pero que era mejor que me envíe la carta original porque mi traducción era horrible. En la segunda se aventuraba a darme su opinión sobre la cuestión a la copa rota. La verdad es que después de haberla leído, me hicieron falta tres medidas de whisky para poder tranquilizarme y conciliar el sueño.

También me escribió el camboyano, Urtitum. Amigo de Saúl, el nicaragüense, que yo había conocido en unos viajes de negocios en un pueblito remoto del Uruguay. Este me tiró la data de que debería comunicarme, por más que es de poco responder, con William un gran teórico, militar, yankee que estaba trabajando en la antártida, parte del territorio que le corresponde a Chile. Y así lo hice, a día de hoy todavía no me respondió.

Mi prima se re prendió en la cruzada y día por medio, me cuenta las mil maneras en que las hijas rompen vidrios, espejos, platos, cerámicas, jarrones, cajitas, utensilios, adornos, esculturas, juguetes y hasta libros, dice ella que en esos relatos diarios, a base de exhaustivos experimentos (seguidos por estridentes regaños), se encuentran como si fuera un  rompecabezas, las piezas que dan la respuesta al problema universal de la copa rota.

Loida, Luisa y Eloisa se juntan periódicamente, entre tantos tintos y blancos, a teorizar acerca del tema de la siguiente manera: graban en sus celulares las reuniones, luego le pagan a una universitaria para que desgrabe todos los diálogos y los ponga por escrito, lo leen en la siguiente reunión y vuelven a analizarlo. Así tantas veces como sea necesario, dicen ellas, hasta que puedan ponerse de acuerdo, entre ellas, y llegar a la opción más pura y desprovista de subjetividades para así alcanzar con pureza retórica, el contexto real al gran problema de la copa-rota.

La siempre viajante Milena, me contestó que estaba de vacaciones en Alemania y que no podría ayudarme esta vez, pero me dijo que si quería visitarla, para amarla, estaría esperándome en el Adina Hotel tercer piso B, de Nuremberg a pasos del Museo Nacional. La verdad que no esperaba ese tipo de respuesta pero le prendí una vela a la santa coparrota.

Leí algunas cartas en el viaje, ya desinteresado de las respuestas brillantes y siniestras elocuencias de mis amigos y los amigos de ellos. Me encontré con Mile, nos amamos por tres meses, hasta que ella retomó sus viajes.

Así que tuve que volver a casa y para mi sorpresa, encontré miles de miles de cartas de todo el mundo hablándome de miles de pavadas por una copa rota que ya la había tirado a la basura.

                                      ***

9 meses sin que un día deje de llegar el cartero Julián, con vientialgo de cartas. Ya nos hicimos amigos y los fines de semana viene a almorzar en casa, mientras nos tomamos alguna bebida espirituosa él me ayuda a quemar las cartas que él mismo me trae en la semana. Dejé de contestar hace ya rato.

Siguen viniendo de a docena, a veces mas, a veces menos. Mandé a la mierda a más de uno, pero solo se me rieron. Claro, a mis amigos les hizo gracia que yo, un empresario multimillonario, les mandara cartas en pleno año 2023. Me respondieron de manera alegre y elocuente pero también compartieron a todos sus amigos la iniciativa, de escribir sandeces y enviarlas repetidamente al 33 Viale Vittoria, Pescara, Italia.

                                       ***

Tres años y las cartas no cesan de llegar, ya eran 107 los países y más de 6 millones de personas las que se habían contagiado de esta rara idea.

Mi psicóloga Vicu, me dijo que debería mudarme, puesto que no dejaba de tener pesadillas con gente borracha escribiendo cartas.

Tiempo después, entre sueños y pesadillas, desayunos y almuerzos sentí la necesidad y culpa de tener que agradecer el tiempo que cada una de las personas depositó en escribir, pagar y enviar las cartas, es así que me agarró la locura de querer leerlas a todas y responder. Invertí toda mi fortuna en esta nueva empresa. Puesto que tenía una feroz y galopante culpa de no retribuir el tiempo y esfuerzo que destinaron esas personas en el armado de hipótesis de lo ocurrido. Después de un tiempo ya no era más multimillonario, me gasté toda la plata en contratar traductores, profesores, lectores, escritores de cartas, enviadores de cartas, recolector de sobres abiertos, administradores encargados de clasificar por países, por idiomas, por fechas, por continentes, por extensión, las miles de cartas que llegaban y no paraban de llegar.

                                      ***

Aprendí 27 idiomas y varios dialectos no escritos de África. Me mandan videos en las redes sociales, en el e-mail y a todos los sistemas de mensajería que existen hasta el día de hoy. Me entrevistan varias veces en la semana, desde varios países de América Latina y el Caribe, de Australia y New York, de Ámsterdam y Hamburgo, de Roma y Malasia, de Escocia y Madrid.

Hay canciones en coreano y japonés. Se hicieron 20 libros y 2 películas. Me contactaron Ordenes Masónicas del Rito Escocés y del Yorkino invitándome a formar parte de sus logias.  Volví a llenar las cuentas bancarias, me financian universidades, Centros de Investigación y Desarrollo y algún que otro país en vías de desarrollo (vaya uno a saber por qué) varios  estudiantes recibieron sus doctorados en mi casa. Hoy inauguré el Centro de Estudios de Cartas, Lenguaje, Filosofía y Antropología La Copa-Rota. Trabajan ahí 3567 profesionales, administrativos y personal de mantención y limpieza, además, está proyectado sucursales en Pekín, Corea del Sur, Rusia y Cuba pero también en Londres, Brasilia, Los Ángeles, Lisboa, Caracas y La Rioja.

Ya casi no leo cartas, hago viajes de negocios y placer. No sé que pasa con este mundo, de verdad, no entiendo nada.

Das




De las palabras vacías, 
a los entramados complejos.
De las soluciones alucinantes, 
a los hombros cansados.

Del delirio lunar, 
a la brisa matutina de errante 
verde celestial.

De los panes criollos, a los mates.
Del café, a la escritura.
De las sienes saturadas,
a la oculta escultura.

De la conversación con Leila, 
a la cerveza roja, individual, solemne.

De las agujas del reloj,
a las congeladas melodías.
De un rap a un tango, 
ambos de Calamaro.
Y esa botella vacía, con gusto a nada.

De las caminatas solitarias, 
a tu sonrisa brillante.
De las luces de tu alma,
a las noches estrelladas.
Del palpitar de tus parpados,
a mi desengaño final.

“Das palavras vazias"

Sentir Belén

Alma que no conozco, La siento tan hermanada De sensaciones en cascada: Hablo de rastros imperdurables En caminos intangibles, ...