Celeste de los cielos rojizos (aprendí a recordarte)




Al cruzar la calle imagine tu voz entre la muchedumbre.

En los albores de mis penumbras veo tus ojos delineados.

Tus manos cruzandose, aparecen cuando mis manos en los picaportes.

¿Cuando podré olvidarte? No necesito olvidarte.

Necesito saber porque te recuerdo.

Serán las vacaciones de invierno que no me dejaran verte, ni hablarte.

Mi mente entre pausas dice tu nombre.

Y es que desde que te vi el miércoles, mi mente sigue en pausa.

Sé que el sábado sufriste. Que necesitaste un abrazo. No el mío.

No pude estar con vos, no me lo permití. Jamás sabré porqué.

¿Será mi alma hermanada a la tuya? ¿Seré yo enamorandome otra vez?

No lo sé. Sin embargo me pregunto: ¿Cuando dejaré de pensarte?

Volves cada minuto. Regresas en segundos.

Me pongo contento cuando me doy cuenta de que no te estoy pensando,

Late fuerte tu recuerdo, te veo sonreír. Siento tu perfume y tus ironías.

No duermo para no soñarte y que en el sueño te despedis de mí para siempre.

Me aturde esa idea. Celeste no salís de mí.

Me acompañas en cada parpadeo.

Celeste de los cielos en el atardecer rojizo.

Celeste del amanecer después de la noche estrellada.

Vos en mi, tus voces que viví. Los regaños que recibí.

Regresas en los sorbos de café. En el mate y en el frío de este invierno.

Ayer salí a despejarme, camine por la ciudad con vos de la mano.

Es sorprendente que imaginandote en esa caminata,

Todos los grises tomaron vitalidad, de la tuya y mi sonrisa.

Todo es del color que lo percibes.

Vivo la vida con la risa tuya, retomando murmullos de compañía.

El volver de Celeste, el título de mi libro de hoy.

Nunca se fue,  es el primer capítulo, ¿La volveré a ver? Es el siguiente.

Y mi corazon la ve siempre.

¿La última hoja dirá: hoy te olvidé?

Y ya no sé si te recuerdo, te vivo o te olvido.

Pero al fin y al cabo, estas conmigo.

Sentir Belén

Alma que no conozco, La siento tan hermanada De sensaciones en cascada: Hablo de rastros imperdurables En caminos intangibles, ...