Una vez
iniciada la sesión ordinaria del consejo deliberante del año 2012 la verdad, me
dormí.
Ese jueves amaneció
lloviendo, muy fuerte. Me levante de la cama y luego del aseo matutino me
desempeñe en hacer lo que mejor un argentino puede hacer. Putear. Putear,
putear, putear y putear. No había yerba. Repito ¡no había yerba! Y llovía,
llovía como el cuento de la biblia, la puta carajo que bronca ¡vos podes creer
que me olvide de comprar yerba! La bronca que tenía era una ira infernal. Ni
siquiera Dante podría describir en que circulo de mierda me encontraba. La
concha de la lora loco ¿y ahora? No voy a salir con esta lluvia de mierda. Y
entonces: rugió. Un rayo proveniente de la mano de los dioses del Olimpo
arranco de las lámparas su luz. Ahora si. Sin yerba, sin luz y con un humor del
orto. No tuve otra opción que acostarme a ver si conciliaba el sueño.
La lluvia siguió
todo el día sin para un segundo. Diluvio en Capiovi dirían las redes al día
siguiente en los portales de noticias.
Tipo 19
horas me levanté y con la poca batería que me quedaba en el celu busque un
paquete de velas que tenía en la alacena. Las encontré y bueno, la coloque una
en un platito de café y luego en el centro de la mesa. Adormecido aun por todas
las horas que pasé en la cama recosté mi pera en la mesa y mire fijamente la
llama.
Es así como fue que pude encontrar…
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